(Muchas de las cosas que explica Donghae en este capítulo son declaraciones reales de un desertor de Corea del Norte)
Capítulo 1
-Pero, pareces estar bien.
-Ah, ¿ves? Está esa palabra “parecer”. Si, puedo “parecer” estar bien y si, quizás haya una sonrisa en mi rostro al pasar los días, o te saludo con la mano por el pasillo; sin embargo, puedo garantizarte con cada pulgada de carne en mi ser que no hay absolutamente nada “bien” en mí. “Parecer” es una palabra difícil, ¿ves? Porque las cosas no siempre son lo que “parecen” ser.
Guarde silencio.
No supe que contestar a eso y no puedo negar que él tiene razón.
He visto cómo ha cambiado en estos meses. Sé que no la está pasando bien. No es en cuestión material, es algo más allá... algo que tiene que ver por dentro.
Con la forma en que vivimos es muy difícil aprender sobre los sentimientos y empatía. Especialmente, para nosotros los soldados del régimen.
Hay solo dos sentimientos que nos enseñan, o nos obligan a sentir. El primero es el sentimiento de odio hacia los enemigos de nuestra patria. El segundo, el sentimiento de miedo hacia nuestro líder Kim Jong Un.
Y es ese último sentimiento que nos hace ser tan obedientes y creer todo lo que nos dice el gobierno.
Mi mejor amigo, Kim Heechul, es un Coronel de alto rango. Gracias a él pude sobrevivir en estos años junto a mi abuelo, quien es el único familiar que me queda vivo.
Hemos pasado muchos años de hambruna, principalmente, para la gente “enemiga del pueblo norcoreano”, según las palabras del mismísimo gobierno.
Mi abuelo trató de escapar de Corea del Norte en la década del 70 junto a mi abuela. No obstante, los atraparon y torturaron. Debido a eso, tacharon a mis abuelos de “enemigos” u “hostiles”. Los enviaron a vivir en una área de alta pobreza. Muy lejos de la capital norcoreana, Pyongyang.
Durante el mandato de Kim Jong Il el ejército de nuestra Corea del Norte se volvió muy poderosa. Técnicamente, el país se había convertido en una dictadura militar.
Pero, desde que llegó Kim Jong Un al poder, tras la muerte de su padre en el 2012, revirtió esta política: le ha quitado poder a las Fuerzas Armadas y ha iniciado una purga contra los militares.
Yo tuve suerte de poder entrar al ejército antes de que esto sucediera, con la ayuda de Heechul. Ya que de lo contrario, iba a ser imposible entrar al ejército siendo nieto de un “casi” desertor y según las nuevas leyes del gobierno de Kim Jong Un, la “maldición” y el repudio de un desertor o un casi desertor, iba mantenerse por tres generaciones. Ósea, que no solo mis padres estuviesen con ese repudio, sino también sus nietos.
Yo.
Si no hubiese sido por Heechul, mi abuelo y yo hubiésemos muerto de hambre, al igual que el resto de mi familia años atrás, y al igual que toda la familia de Heechul cuando apenas tenía 16 años.
La reputación que tiene Kim Jong Un en el ejército es más dictador que su abuelo, Kim Il Sung, y que Kim Jong Il, su padre.
Entre las cosas que está haciendo mal es que todo el dinero que se supone sea para el pueblo, lo utiliza para armamentos, logrando con esto que más gente muera de hambre. También ha instituido un reinado del terror y está matando a gente fríamente.
Y la situación ha llegado al punto de que los militares sienten resistencia al régimen.
Su padre y su abuelo lidiaron con crímenes dentro del ejército con bajas y castigos suaves, pero ahora se pagan con ejecuciones.
Ha ejecutado a sus aliados más cercanos y a los hijos de estos. Muchos de ellos eran amigos de Heechul.
Heechul y yo hemos sido testigos de una serie de ejecuciones, gente que desaparecía de la noche a la mañana. Amigos con los que había hablado el día anterior, eran enviados con toda su familia a campos de concentración.
Cuando se trataba de ejecuciones de altos mandos, las tropas de fusilamiento usaban nueve balas. Pero desde que Kim Jong Un está en el poder, se usan hasta 90 y también los hemos visto usando metralletas.
Los jefes militares que han sido testigos de esas ejecuciones terminan llorando y temblando.
Y creo que a eso se debe el comportamiento extraño de Kim Heechul por los últimos tres meses. Ha tenido que estar presente, más que yo, en estas ejecuciones. No sólo de militares sino también de civiles.
Yo siempre lo he acompañado a todos sus compromisos y eventos. Soy, como decirlo de alguna forma, su mano derecha. Sin embargo, sé cuando tiene que asistir a una de estas ejecuciones ya que me ordena hacer algún mandado suyo en alguna otra parte.
Siempre ha querido protegerme. Sé que él no quiere que me rompa por dentro como lo está él ahora.
Sin embargo, Heechul, ya todos estamos así.
Hace dos semanas lo obligaron a ser partícipe de la ejecución de una mujer que fue encontrada viendo películas de Hollywood. Creo que eso fue algo más que estalló para Heechul. Y puedo casi jurar que está planeando algo desde hace algunas semanas.
-Ven, vamos para mi casa. Mi abuelo lleva algunos días preguntando por ti.
Estábamos en la base de milicia de nuestro pueblo. Ese era otro poder de Heechul, estar en donde crecimos y así estar pendiente de mi abuelo.
-Discúlpame Donghae, pero no creo que me sienta bien como para visitarle esta noche. Y discúlpame también por no haber preguntado por él. ¿Cómo está?
-Él... él no está bien, Heechul. Su corazón está cada vez más débil.
Heechul solo se limitó a acercarse y abrazarme. Yo solo me congelé en mi lugar, habían pasado muchos años desde que él me abrazaba, desde que éramos casi unos niños. Si embargo, desde que ambos habíamos entrado al ejército, él primero que yo, nos habíamos vuelto un tanto alejados “físicamente”. Ósea, en ese sentido.
Siempre nos han enseñado que esas cosas de afecciones sólo son para débiles.
-Relájate, Donghae.
Respiré hondo y traté de relajarme mientras le devolvía el abrazo a Heechul. Mis brazos alrededor de su espalda se sentía muy diferente a unos años atrás. Tenía una espalda más ancha, se sentía su cuerpo más duro. Sin embargo, nunca cambia tanto su forma delgada y un poco fino. Eso le molestaba mucho, y también a los demás. Él no quería que nadie lo mirara con desprecio por tener un cuerpo delgado, cara bonita y manos finas. Ha hecho mucho ejercicio, pero aun así su cuerpo no ha cambiado tanto como el quería.
En cambio, yo si cambié. Donde antes había huesos ahora hay músculos pero, Heechul sigue siendo más alto que yo, aunque siempre lo fue.
De repente, sentí que uno de sus brazos que se hallaba en mi espalda subió hasta llegar a mi hombro y su mano acarició los cortos cabellos de mi nuca. Me ericé.
Su otra mano bajó por mi espalda hasta llegar a mi cintura.
-¿Hee...Heechul?
-Sshh.- susurró muy cerca de mi oído. -Solo...solo un momento, por favor.
No supe que más decir, qué hacer. No sabía qué estaba haciendo pero me sentía extraño. Sentía que lo que él estaba haciendo estaba mal.
Muy mal.
Nos separemos de golpe al escuchar que los demás soldados se estaban acercando a donde nos encontrábamos, para así hacer cambios de turnos.
Saludamos a nuestros relevos y Heechul les dió algunas órdenes como su Coronel y ambos caminamos en silencio hasta nuestras casas.
Había una fina tensión entre medio de nosotros. Era extraño.
Cuando llegamos a nuestra villa, siempre nos separábamos entre dos caminos. La casa de Heechul estaba hacia el camino de la derecha, el mío en cambio estaba hacia la izquierda. No estábamos nada lejos del uno al otro, era como cruzar la calle, sin embargo, era una pequeña plaza con un árbol frondoso en el mismo medio de las villas que nos dividían.
Siempre nos despedíamos justo aquí al decir buenas noches con las manos y seguíamos caminando, sin embargo, Heechul me detuvo.
-Creo...creo que sí iré a ver al abuelo.
Había algo muy raro con Heechul. ¿Qué lo habrá hecho cambiar de parecer?
-Claro.
Observé a Heechul un segundo pero él no me miraba y solo comenzó a caminar conmigo.
Cuando llegamos y entramos a la pequeña casa, ambos nos quitamos los abrigos y los zapatos. Entré yo primero a la habitación del abuelo para ver si aún estaba despierto. Y lo estaba.
-Hola abuelo.
-Hola muchacho. Te dejé algo de comida en la mesa. - me dijo mientras se acomodaba en la cama.
-Gracias. Adivina quién vino conmigo.
Mi abuelo miró hacia la puerta detrás de mi a ver si podía ver quién era y se sentó en la cama. No sé porqué jugaba a esto si era obvio quién era. El único que siempre ha sido cercano a la familia.
Heechul entró a la habitación y saludó a mi abuelo. Ambos entraron en conversaciones sobre los últimos acontecimientos en el gobierno o en las villas. Mi abuelo siempre ha sido, y será, un “rebelde “ contra el gobierno. Aunque en silencio, para no dañar mi reputación como soldado.
-Donghae, ¿porque no preparas té para los tres?- mi abuelo me pregunto de repente. Los observé un segundo y asentí.
Me dirigí hacia la cocina, tomé una tetera, fuí al patio donde estaba el pozo de agua. Cuando ví que era suficiente agua, tapé el pozo y entré de nuevo a la casa. Prendí la pequeña estufa de gas, coloqué la tetera y mientras calentaba el agua iba preparando las tazas con las hojas de té verde.
Cuando la tetera avisó de que el agua estaba ya bastante caliente, la vertí en cada una de las tazas. Las coloqué en una bandeja y caminé hacia la habitación de mi abuelo. Con una mano aguanté la bandeja y con la otra fui a empujar la puerta pero entonces una frase me dejo helado en mi lugar.
-Yo lo amo.
Esas palabras salían de la boca de Heechul.
¿A quién amaba?
-Al menos, creo que le debía a usted esa verdad. Aunque no sea creíble para usted o incluso impensable o repugnante, debo decirle el porqué hago todo esto.
-Sé que lo amas, Heechul.- Podía escuchar la tristeza en la voz de ambos.
-Pero, no es el amor que usted piensa...es...
-Lo sé, muchacho. Siempre lo he sabido.
Escuché a Heechul tartamudear y luego silencio.
-Le pido perdón, abuelo. Sé que para usted, o para este país eso no es correcto-
-¡No importa ahora si es correcto o no el sólo amar a una persona! ¡Lo que no es correcto es que mi nieto se quede en este país de mierda! ¡Eso es lo que es inaceptable!
-Él no querrá irse conmigo. Él no querrá dejarlo a usted.
¿Irme a donde? ¿De qué están hablando?
-¡A mí no me importa! ¡Tienes que llevártelo a Corea del Sur contigo!
¿¡A Corea del Sur!?
¿Quieren que deserte?
¿Heechul va a desertar?
-Es por eso que te pedí que me consiguieras las pastillas. Donghae no se irá contigo mientras yo siga vivo, pero si yo muero, él no tendrá a nadie más aquí. Solo tú.
Escuché de lejos el ruido de la bandeja junto con las tazas al restrallarse contra el suelo. No me di cuenta cuando mis brazos simplemente se aflojaron y dejaron caer todo. Al segundo, había abierto la puerta con un fuerte golpe y Heechul voló de su asiento, se detuvo frente a mi tomándome del rostro y mirándome a los ojos con su cara pálida y ojos rojos.
No puedo describir los sentimientos que me inundaron: rabia, miedo, decepción, tristeza...traición.
Era una mezcla de ellas junto con otros sentimientos que no podía identificar. Solo quería gritar.
Arrebaté las manos de Heechul de mi rostro y lo empujé con mis manos en su pecho lejos de mi.
-Donghae.
-¿Me vas a abandonar? ¿Vas desertar y dejarme?- mi voz se quebró y antes de que él se defendiera, me volteé y caminé hasta mi abuelo.
Él se hallaba recostado contra el espaldar de la cama y con lágrimas en sus ojos. Me detuve justo al lado de él sollozando. No podía creer lo que estaban planeando.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres morir?
Él suspiró y con una mano en su pecho, habló.
-Yo lo que quiero es que tengas una vida mejor. Yo ya viví la mía, con mucho sufrimiento al igual que tu abuela, al igual que tus padres. Yo quiero que tú...seas feliz.
-¿Crees que alcanzaría la felicidad a expensas de que te suicides? ¿¡Eso crees!?
-Esta es tu única oportunidad Donghae. Tienes que irte con Heechul. Yo no duraré mucho tiempo más. Quizás dos semanas, un mes. Y luego, ¿que? ¿Que será de ti?
Me llevé las manos a mi cara y comencé a llorar. Sentí las finas manos de Heechul acariciarme los hombros y solo me vacié en lágrimas.
Ninguno dijo nada.
Un guerrero fuerte no es aquel que no llora, es aquel que suelta el llanto por un momento, levanta su espada y sigue luchando.
Traté de recuperar mi respiración y limpié mis lagrimas. Observé a mi abuelo que aún se agarraba del pecho y su rostro mostraba dolor. Me le acerqué y lo acomodé en la cama mientras le hablaba.
-Duerme, abuelo. No pasa nada, ¿si? Solo descansa y estaré en la otra habitación hablando con Heechul.- le di un beso en la frente, pero antes de irme me tomó de la mano.
Me miró con ojos suplicantes.
-Donghae, haz todo lo que diga Heechul. No te preocupes por mí.
Apreté los dientes para contenerme y solo le sonreí.
Salí de la habitación y seguí hasta la puerta de la casa con Heechul siguiendo mis pasos en silencio.
Abrí la puerta y le señalé hacia afuera.
-Hasta nunca Heechul.
Hubo silencio. Yo no pude mirarlo a la cara.
Pasaron algunos segundos largos y cuando ya me estaba impacientando, lo tomé del brazo para halarlo hacia afuera pero él forcejeó, cerró la puerta con un portazo y me empotró en la misma.
-Donghae, escúchame.
Yo volteé mi rostro para no mirarlo. Él estaba aun pálido y con los ojos rojos y acuosos. Parecía que en cualquier momento iba a romperse. Me tenía sujeto de mi camisa y su cuerpo estaba muy cerca del mío.
-Yo no fui el de la idea de las pastillas. Yo me opuse desde un principio. Es por eso que no había venido a ver a tu abuelo en muchos días, porque sabía que me iba a estar pidiendo esas pastillas. Yo no quiero que él haga algo como eso.- Su voz se quebraba. Estaba aguantando mucho las ganas de llorar y yo también. -Pero, lo entiendo.- Heechul no pudo aguantar un sollozo.- Y... aunque no sea la mejor manera, él...tiene razón.
Lo miré por primera vez en un rato.
-Yo no lo permitiré. Yo no lo dejaré aquí y mucho menos me iré contigo.
Sabía que lo estaba hiriendo con mis palabras pero solo quería que se fuera. Que siguiera con sus planes y sólo se olvidara de nosotros porque no había nada en el mundo que me haría dejar a mi abuelo atrás.
Y mucho menos permitiría que se quitara la vida.
Heechul comenzó a llorar a mares y su agarre comenzó a aflojarse de mi camisa. Mis lagrimas también estaban bajando de mis ojos pero me aguanté cualquier sollozo que quisiera salir de mi dolorida garganta.
Lo abracé y lo pegué a mi cuerpo. Él se aferró a mí y pude sentir que aunque él no lo quisiera, y ni yo tampoco, este iba a ser nuestro último abrazo.
Es triste para ser el primer capitulo.....
ResponderEliminarDongHae idiota debes escuchar a tu abuelo y a HeeChul, irte es la única salida si quieres ser libre.
Wow!!! De que verdades se enteró Donghae...tristeza por la vida que lleva, el ver qué su abuelo se quiere morir para que él cambie de vida y saber que su amigo es quien ayuda a su abuelo y se quiere ir....muchas noticias y cambios ...
ResponderEliminarBastante intenso éste primer capítulo,es triste y doloroso lo que le pide su abuelo a DongHae, algo imposible de aceptar por parte de Hae,pero también debe entender que su abuelito sólo quiere su bienestar. Además el pobre debe estar cansado de sufrir. Realmente muy interesante éste capítulo, gracias por mi etiqueta 😍😘
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