Capítulo 4
Al despertar al siguiente día,
Heechul y yo no hablamos sobre que pudiese pasar. No hacia falta. En nuestro
silencio, mientras estábamos tendidos en la cama, el comprendió que yo me quedaría.
-Quiero que entiendas, que,
si decidí esto, fue solo por ti. Es solo por ti. Siempre, aunque no te
dabas cuenta, toda decisión que he tomado desde que te conocí, ha sido solo
para estar junto a ti, y por qué estés bien.
Heechul me hablaba con
temblor en su voz. Le creía. Pero, cuando note que divagaba sobre irse o no, le
insistí que se fuera. No soportaría que él se quedara en este país por mí. El
no cedía. Sino hasta que me hizo prometerle que más adelante, yo escapara. Si
yo no lo hacía, me juro que el volvería a Corea del Norte a buscarme, aunque
perdiera la vida en el intento. Al igual de cómo se arriesgaba justo ahora con
la decisión de desertar solo para que yo lo hiciera.
Yo no quería, siempre he
sabido que este país es una mierda. Sin embargo, ¿quién me asegura que los demás
países no lo son? Yo no se, prácticamente, nada del mundo exterior. Casi nadie
lo hace en este país tan apartado del resto, tan escondidos en la ignorancia de
lo que pasa allá afuera. Ni siquiera sabemos casi nada de nuestros hermanos de
patria que se encuentran al sur. Solo lo que nos dice el gobierno, que es un país
oprimido por el enemigo numero uno de los norcoreanos, Estados Unidos. Que
Corea del Sur es un país bajo la maldición del capitalismo y que viven en una
extremada pobreza.
¿Seria yo capaz de
arriesgar mi vida para cruzar minas y francotiradores por llegar a un país que,
según dicen, está peor que este? ¿Convertirme yo en un desertor?
Creo que ya es suficiente
el haber tenido sexo con otro hombre como para añadirle mas “anormalidades” a
mi vida.
Observe a Heechul quien me
miraba con desespero y una profunda tristeza. Yo podría no estar tan cómodo, a
luz del día, sobre lo que hicimos en la oscuridad de la noche. Si, lo amaba,
mas que a un amigo. Como para besarle hasta robarle el aliento y sus suspiros. Estaba
seguro. No obstante, aún no podía aceptar…esto.
Entendía que él me quería a
salvo, porque yo también quería que él lo estuviese, así que le hice la
promesa.
Me indico que en cuanto se
asentara en Corea del Sur, lo que podría tomar algunos meses, estaría en
contacto con un comandante amigo suyo de la capital, que me ayudaría a conseguir
un buen empleo en Pyongyang. No me dijo su nombre para evitar que tenga la
menos información posible, por mi seguridad.
En el momento en que yo me
quede solo en este país, que lamentablemente mi abuelo ya no este conmigo,
alguien me contactará y me ofrecerá el trabajo. De ahí en adelante, me ayudaran
a escapar. Me indico algunas cosas que debía decir cuando me interrogaran y
como debía de actuar. También me dijo que probablemente me hicieran creer que lo
habían atrapado y que lo tenían en interrogatorio. Harían cualquier cosa porque
yo hablara.
Sonaba bastante sencillo,
y todas las dudas me las quito él con sus besos y caricias.
Hicimos el amor de nuevo
esa mañana.
Aunque era yo quien me
adentraba en su cuerpo, sentía que él me poseía también. Creo que nunca tendré
suficiente de Heechul.
Cuando salimos al fin de
la habitación, mi abuelo ya se encontraba en la mesa desayunando con una sonrisa
en el rostro. Heechul y yo no sabíamos que hacer con tanta vergüenza. Pero la
sonrisa de mi abuelo se esfumo en cuanto le informamos que yo no me iría.
Hablamos un rato con mi
abuelo. Heechul le aseguro que no me abandonaría, aún estando en Corea del Sur.
Mi abuelo no le quedo de otra que ceder.
Heechul se despidió de
nosotros y se marchó.
Mi corazón golpeteaba débil
por el dolor que yo sentía al saber que era nuestra última vez que hablaríamos hasta
que nos pudiéramos reencontrar de nuevo. Estaba consciente que podría pasar
meses o años.
Aún faltaban dos días para
su huida y, en esos días, solo podría observarlo de lejos.
Temía que lo atraparan. Y
esos miedos crecieron cuando llego el viernes, día de su huida, y no escuchaba
ninguna noticia. Tampoco podría yo preguntar porque no sabía quién lo había ayudado.
Pase muchas noches sin
dormir, rezando porque haya podido escapar. Que haya llegado a salvo al
territorio chino. Rezaba que, al llegar allá, no lo descubrieran y lo
deportaran.
Paso una semana y aun no
tenia noticias de Heechul. Si hubiese llegado a escapar, alguien habría venido
a hablar con nosotros, ¿no? ¿Qué tal si lo tienen en interrogatorio?
Mis manos temblaban cada
vez que me imaginaba su hermoso rostro siendo golpeado. Su delicado cuerpo
siendo maltratado, ese cuerpo tan hermoso y pálido que esconde debajo de su uniforme
de soldado, pareciendo un tanto duro. Pero, todo eso era un disfraz ante los demás,
y solo yo, pude ver debajo de esas telas. Debajo de sus afectos, y pude besarle
y apretarle contra mí.
Pasaron más días y sentía su
presencia siempre conmigo, como también su ausencia.
Cuando almorzaba solo en
el campamento, recordaba las veces que, sin que nadie más se diera cuenta, me
daba parte de su comida para que yo me alimentara más. Cuando estábamos en prácticas,
sus ojos siempre me observaban muchos mas que a los demás soldados. Yo pensaba
que era porque estudiaba la forma en que yo me defendía ante otro soldado,
pero, no era así, el miraba mi cuerpo con deseo y amor.
Tanto tiempo, y solo lo
supe a pocos días de él marcharse.
Quizás el estúpido nunca
me lo hubiese dicho si yo no hubiera escuchado aquella conversación que tuvo con
mi abuelo. Pero, tampoco me arrepiento de sentir esto por él. Jamás podría arrepentirme.
Te extraño, Heechul. Espérame.
Yo llegare a ti, lo prometo.
- ¡Lee! - Me puse de pie
de inmediato y dejé mi almuerzo en la mesa. -Te esperan en la oficina
principal.
Mis manos temblaron.
Dios, que no hayan atrapado
a Heechul.
No mostré ninguna expresión
en mi rostro y me encaminé hacia la oficina principal del Comandante de nuestro
campamento. Toque a la puerta y entre.
Dentro de la oficina se encontraba
nuestro Comandante Sang Min, quien era el jefe inmediato de Heechul en este campamento
y, otro hombre, que por las medallas que llevaba en su uniforme, me di cuenta
que también era un comandante pero de otra jurisdicción.
-Toma asiento, Lee. - me indico
el comandante Sang Min mientras el otro hombre permanecía en silencio sin
ninguna expresión en su rostro. -Le presento aquí al Comandante Lee Kyung Kyu
de la unidad 7 de Pyongyang.
Me puse de pie e hice una
reverencia. Tome asiento de nuevo.
- ¿En qué puedo ayudarlo,
Comandante?
El Comandante Sang Min
miro al otro y entonces, este hablo.
- ¿Conoce usted al
Comandante Kim Heechul?
Aprete las manos en mis
rodillas.
-Si, es nuestro comandante
inmediato.
- ¿Solo su comandante
inmediato?
-Si, señor.
Hubo silencio por un momento
y el prosiguió.
-Escuche que se la pasaban
siempre juntos desde que eran unos adolescentes. Que eran…amigos.
-Crecimos juntos y siempre
he respetado su posición de comandante, señor.
Las siguientes palabras me
dejaron petrificado en mi asiento.
- ¿Aun cuando trato de
desertar?
Oh no, ¿Cómo que…trato?
Traté de tener mis
emociones en línea y recordé las palabras que Heechul me hizo memorizar.
-Señor, el nos indico a
varios de nosotros, e incluso a usted Comandante Sang Min, - dije mirándolo, -que
estaría en una misión en la zona desmilitarizada y que volvería en unas semanas.
- mire al Comandante Lee Kyung Kyu. -Quizás lo de desertar sea una equivocación,
señor.
El Comandante Kyung Kyu
rio de manera desagradable.
-Si, el Comandante Sang
Min me hablo de lo que había dicho el Coronel, sin embargo, me pregunto soldado
Lee, ¿Por qué esta vez no lo acompañaste? Eras algo así como su mano derecha.
-No siempre lo acompañaba
a todos sus compromisos. Muchas veces me he quedado realizando otros trabajos
de él aquí en el campamento.
-Así que, ¿no sabias nada
de sus planes verdaderos?
-No, señor.
El me miro un largo rato
con aquella sonrisa de suficiencia que no se le quitaba de su rostro arrugado.
Aprete mas mis manos en
mis rodillas.
-Tengo la sensación,
soldado Lee, que nos está mintiendo.
Hizo una señal con la mano
y dos soldados, que ni me había dado cuenta que estaban detrás de mí, me
agarraron por los brazos, me levantaron del asiento sacándome bruscamente de la
oficina.
Yo no luche, solo deje que
me llevaran. Tenia que mantenerme calmado y cooperar. Heechul me había dicho
que probablemente me interrogaran por varios días y ya.
Me subieron a una
camioneta y viajamos por varias horas. Yo estaba con mis manos amarradas.
Al llegar a nuestro
destino, me di cuenta que esta en la capital, Pyongyang. Nunca en mi vida había
estado aquí. Sin embargo, no podría disfrutar de ver como era la capital por
estar encerrado en la camioneta.
En cuanto nos detuvimos,
me taparon la cabeza con un saco, me sacaron de la camioneta y unos momentos después,
de entrar a un edifico, creo, y de bajar unas escaleras, me descubrieron la
cabeza y antes de mirar a mi alrededor, me empujaron dentro de una celda.
Me mantuvieron encerrado
por varios días. Me daban un pequeño roción de verduras y dormía en el suelo.
Me reprimía las lagrimas
cada noche. Tenía que aguantar por mi abuelo y por Heechul.
Una mañana, el Comandante
Lee Kyung Kyu visito mi celda y me golpeo mientras me preguntaba si yo había ayudado
a Heechul. Yo contestaba que no.
Un lado de mi rostro estaba
bañado en sangre y mis costillas dolían como el infierno.
Cuando mas se molestaba el
Comandante al no tener información, mas me golpeaba. Yo permanecía inmóvil en
el suelo y solo pensaba en mi vida luego de largarme de aquí. Mi vida junto a
Kim Heechul.
Dejo de golpearme cuando
un soldado se acerco a las rejas y lo llamo. Vi que le susurraba algo al oído,
provocando una gran sonrisa en el rostro del Comandante. El soldado se marchó y
Kyung Kyu se acerco a donde yo me encontraba en el suelo temblando, sin
abandonar aquella sonrisa de su rostro. Parecía bastante contento.
-Te has quedado solo,
soldado Lee. Ya no tienes a quien proteger, o quien lo haga por ti.
Lo mire desde el suelo con
el ojo que no se hallaba con sangre.
-Tu abuelo acaba de tener
un ataque del corazón. - cerré los ojos y gemidos de dolor y llanto abandonaron
mi garganta. -Oh, y tampoco te dije, ¿Cómo puede ser que se me haya olvidado? Tu
querido Coronel Kim Heechul, en su intento por cruzar al territorio chino, piso
una de las minas y, simplemente, voló en pedazos.
Su risa estruendosa lleno
el pequeño espacio, y yo…solo cerré los ojos hasta no sentir más.
Wow esto si que no lo esperaba me dejaste sin palabras lo que tuvo que pasar Siwon
ResponderEliminarWow!! No inventes pobre Donghae, todo lo perdió, su abuelo, a Heechul y su libertad....que horror!!
ResponderEliminarYo no creo que HeeChul este muerto y DongHae ahora que perdió a su abuela se va sentir más solo que nunca..
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